Formación a equipos educativos
Durante más de 10 años he sido tutora en diferentes escuelas infantiles. Gran parte de mis aprendizajes los hice desde el aula con los niños y niñas y de los propios niños y niñas.
Mis ganas de aprender me han llevado a asistir a congresos, cursos y ponencias y de las cuales siempre volvía con una sensación agridulce, pues parece que todo lo que me habían enseñado en las titulaciones oficiales no era válido. Tocaba desaprender y adaptarme a lo que nos contaban, principalmente porque efectivamente había cosas que me hacían conectar con las buenas prácticas de las que me estaban hablando. En este camino no me sentí acompañada y sí, en muchas ocasiones, juzgada. Parecía que el cambio debía de ser de la noche a la mañana.
Tuve que hacer un titánico trabajo personal, relativizar y tomar perspectiva adaptando lo que sabía y lo que iba aprendiendo, a la realidad del aula, a las altas ratios, a empresas rígidas a los cambios metodológicos, compañeras poco colaboradoras, poco presupuesto para comprar materiales, horarios muy marcados …. Pero también pude rodearme de “personas faro” que me hicieron más fácil el camino, me enseñaron cosas nuevas, crecimos juntas, cultivé mi calma y mi paciencia y me escuché mucho. Quizá, este fue el mayor logro: estar yo bien para acompañar de la mejor forma posible.
Es así como extrapolé al aula todo aquello que me gustaba, lo que sí necesitaba la infancia y las que eran posibles desarrollar en el aula.
Encontré así la manera de equilibrar mi vocación, la realidad y la formación. Hubo, sin ninguna duda, un antes y un después. Por eso, ahora comparto lo que me ayudó, lo que me hizo crecer y lo que la infancia necesita desde las posibilidades de las realidades educativas en las escuelas de 0-3.
Independientemente de las metodologías y de los materiales, aprendí que lo mejor y lo más valioso que necesita la infancia está dentro de nosotras. Somos espejo, somos modelo y somos equipo. Antes de ser buenos profesionales, buenos docentes, debemos de ser buenas personas, por eso acompaño el proceso de cambio de mirada no solo desde una manera directa en el propio aula sino desde la parte del adulto responsable de la sala y el equipo. Dinámicas de grupo, reflexiones conjuntas y procesos que surgen desde el interior de cada uno, son las bases para que las buenas prácticas lleguen y resulten positivas en el día a día de cada una de las criaturas de la sala.
En definitiva, me encargo de dar todo aquello que yo necesité en mi crecimiento profesional y en la tarea de acompañar la infancia desde otra mirada y otro prisma basado en el respeto, la escucha y la presencia.
Si algo de lo que te estoy contando te está “resonando” es porque estás preparada para abordar el proceso de dar lo mejor de ti a la infancia.